Sus cabellos castaños ondeaban al viento,
empezó a hacer frío y atardeció,
la noche llegó y sin sentimiento alguno,
el corazón le congeló.
Ella esperó y esperó,
pero él nunca llegó.
Pobre muchacha acurrucada entre las hojas,
en el bosque la brisa cantaba,
dedicandole una serenata,
en la que su amor nunca llegaba.
Los sentimientos tristes la acorralaban,
¿Por qué siempre la engañaban?
Pobre chiquilla ingenua - contestó la luna.
Haremos que desaparezcan tus lágrimas - dijeron las estrellas. Y las lágrimas se disiparon y se transformaron en estrellas.
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